Terapias sorprendentes y poco convenciales de los deportistas de los Juegos Olímpicos
Hay deportistas que no temen ir al límite y probar terapias no convencionales y sin estudios, pero que han funcionado desde sus ancestros.
Los Juegos Olímpicos suponen un esfuerzo físico excesivo, no solo desde la preparación sino durante las mismas competencias, esto porque no solo está en juego su capacidad física, sino su capacidad mental y la presión de estar representando su trabajo y a sus países frente al mundo.
Para mejorar sus capacidades recurren a terapias médicas que por lo general les ayudan en recuperación de sus músculos, recuperación de lesiones y demás, pero hay otras terapias fuera de las convencionales como la osteopatía, crioterapia, parches contra el dolor, entre otras que a pesar de que no son científicamente comprobadas a ellos les funcionan.
“En el deporte hay una gran propaganda de todas las medicinas alternativas: hay mucha demanda por parte de los deportistas”, explica para la AFP el neurólogo Didier Bouhassira, reconocido especialista en el dolor.
Presentador fue al médico por un dolor en las costillas y se salvó de morir gracias a diagnóstico
Mejorar el rendimiento, luchar contra el dolor y el cansancio son algunas de las razones que los empujan a buscar nuevas alternativas de mejora. Hace ocho años, en los Juegos de Río, la técnica de las ventosas o ‘cupping’ tomó una gran relevancia mediática después de que fuese alabada por el nadador Michael Phelps, a pesar de su escasa homologación científica.
Las ventosas son una forma de medicina tradicional que ha sido una característica de los sistemas médicos en Oriente Medio, Asia y Europa, tiene una amplia variedad de supuestos beneficios, pero no está claro hasta qué punto la ciencia ha corroborado estos beneficios.
A pesar de estos hallazgos positivos, también existe evidencia significativa que apunta a la ineficacia de las ventosas. Por ejemplo, Williams et al. encontraron que la aplicación de ventosas no tiene un efecto distinguible sobre las lesiones de los músculos isquiotibiales de los jugadores de fútbol universitario en comparación con ningún tratamiento.
En 2024, otra terapia suscita la adhesión de muchos; la crioterapia, que promete ayudar a través del frío a la recuperación de los deportistas tras el esfuerzo, y en donde solamente tienen que sumergirse en agua helada.
Pero estos baños tampoco tiene ningún tipo de evidencia científica, pero además de ser una muy criticada al ser usada diariamente, también suponen un impacto medioambiental de la producción y de la conservación de tales cantidades de hielo.
Otra de las terapias es la osteopatía, los osteópatas están también integrados en los cuadros de los servicios médicos oficiales de los Juegos, para el seguimiento cotidiano de los deportistas. Pero la osteopatía, que promete el remedio para una vasta gama de disfunciones del organismo gracias a manipulaciones corporales, carece de fundamento científico y numerosos expertos ponen en duda su eficacia.