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Por: Redacción Vida y Estilo • Colombia.com

Oración de San Pedro Canisio para estar protegido de cualquier mal

Oración de protección: reza para mantenerte alejado de todo mal y peligro. Foto: Shutterstock

San Pedro Canisio dejó una increíble oración que puedes rezar a Dios para estar bien protegido contra cualquier mal y para recibir su increíble misericordia.

A San Pedro Canisio, segundo apóstol de Alemania y teólogo jesuita, se le conmemora cada 21 de diciembre y se le recuerda por algunas oraciones que creó, con las que buscaba difundir la doctrina católica; de hecho, se dice que era un gran crítico de todos aquellos cristianos no católicos de la época 

Una de sus plegarias puede ayudarte a solicitar a Dios la protección que necesitas ante los males a los que puedas estar expuesto, y para recibir su gran misericordia, por ende, hoy te la enseñamos para que puedas tenerla presente y utilizarla en diferentes momentos de tu vida; fue compartida por el portal ‘Luz Espiritual’.

Oración de protección

¡Oh Dios todopoderoso y eterno, Señor, Padre celestial! Mira nuestra calamidad, miseria y necesidad con los ojos de tu insondable misericordia, compadécete de todos los fieles cristianos, por los que Tu Hijo unigénito, nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo, se entregó voluntariamente en manos de los pecadores y derramó su preciosa sangre en el tronco de la Santa Cruz.

Por los méritos de Nuestro Señor Jesús aparta de nosotros, oh Padre clementísimo, los castigos merecidos, los peligros presentes y futuros, los disgustos dañinos, los preparativos bélicos, las carestías, las enfermedades, las épocas de tristeza y miseria.

Ilumina también y fortalece en todo lo bueno a los dirigentes y gobernantes tanto espirituales como seculares, para que fomenten todo lo que pueda contribuir a Tu gloria divina y a nuestra salvación, así como a la paz universal y al bienestar de la cristiandad en la paz.

Concédenos, oh Dios de la paz, una adecuada reunificación en la fe, sin cismas ni divisiones, convierte nuestros corazones a la verdadera penitencia y a la enmienda de vida, haz que prenda en nosotros el fuego de tu amor danos hambre y celo de toda justicia, para que, como niños obedientes, te resultemos agradables y placenteros en la vida y en la muerte.

También te suplicamos, como tú quieres que te supliquemos, oh Dios, por nuestros amigos y enemigos, por los sanos y los enfermos, por todos los cristianos tristes y compungidos, por los vivos y los difuntos; en tus manos ponemos, oh Señor, todas nuestras acciones y omisiones, nuestra actividad y cambio, nuestra vida y muerte.

¡Permítenos disfrutar aquí de Tu gracia y llegar aquí, con todos los elegidos, a alabarte, honrarte y glorificarte en la paz y la dicha eternas! ¡Concédenos todo esto, oh Señor, Padre celestial! Por Jesucristo, Tu Hijo amado, quien junto contigo y con el Espíritu Santo vive y reina, como Dios en igual medida, de eternidad en eternidad. Amén.

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