El páramo del Duende: un lugar que quiere seguir siendo desconocido para mantenerse vivo

Colombia posee el mayor número de páramos en el mundo, una distinción que no ha sido bien comprendida porque estos ecosistemas corren grave peligro de desaparición por el calentamiento global, la deforestación y las actividades económicas humanas como la agricultura y la ganadería.

En tiempos de un despertar ecológico se habla muchos más de los páramos, de su protección y de cómo la mano del hombre los pone en riesgo, así como también de su vital importancia como productores de agua.

En el país se escucha hablar con frecuencia del páramo de Sumapaz por ser el más grande del mundo y así como por ser clave en la producción de agua para gran parte del centro del país, incluyendo a Bogotá, pero también se habla del páramo de Berlín entre los departamentos de Norte de Santander y Santander por tratarse de un lugar de duro ´peregrinaje´ de migrantes que salen de Venezuela con la idea de establecerse en Colombia.

Un lugar protegido

Existe un páramo casi desconocido para la mayoría de colombianos y muy pocas veces se habla de él, una situación que no le resta importancia, sino que debe reconocerse para su total protección: El páramo de los duendes.

El páramo de los duendes se encuentra en límites de los departamentos de Valle del Cauca y Chocó y es uno de los ecosistemas mejor conservados, pero también desconocidos, quizás por eso mantiene su condición y majestuosidad.

Dicen que en este paradisíaco lugar habita un ser diminuto que se encarga de permitir la entrada a visitantes, y que, si les agrada, lo permite, pero si no, hace diferentes cosas para lograr que abandonen su territorio, como, por ejemplo, lanzar piedras o extraviar las pertenencias de los viajeros.

Descubierto en 1985, el páramo del Duende se encuentra en régimen de estricta conservación y no se permite el turismo en esta zona, pues allí nacen varios ríos que surten a los acueductos y represas de la zona, entre ellas la de Calima.

Los biólogos y expertos que han logrado llegar hasta su cima hablan de su majestuosidad y perfecto estado de conservación, además aseguran que para llegar a él hay tres o cuatro días de camino y no cuenta con senderos demarcados, por lo que perderse es muy fácil, aunque la tradición indica que es el duende el que extravía a los caminantes que se atreven a ingresar en él.